sábado, 28 de noviembre de 2009

La educación en la sociedad de la información: influencia de los medios de comunicación de masas y retos para la escuela


Medios de comunicación, ideología y poder

Los medios de comunicación ejercen un gran poder en la toma de decisiones
públicas sobre los temas más diversos, fijando los acontecimientos noticiables, focalizando la atención del público, favoreciendo distintos climas de opinión pública, etc. De modo que es frecuente ver cómo se alían los medios de comunicación y los poderes ideológicos en la consecución de objetivos políticos.
En un análisis de la información periodística sobre las protestas de Seattle, Salomón (2000) advierte que “los principales medios de información de Estados Unidos se han ido derechizando durante las dos últimas décadas, a medida que sus propietarios corporativos les imponen una conformidad ideológica cada vez más estrecha”. Salomón concluye su análisis de contenido del New York Times y Los Ángeles Times resaltando que cuando una cuestión es importante para el Estado y el sector corporativo, éstos modelan su tratamiento en los principales medios informativos de Estados Unidos.
Para realizar una aproximación al papel social que desempeñan en la actualidad los medios de comunicación es preciso analizar al menos tres dimensiones complementarias: la económica, la política y la cultural (Giordano, 2000).

♦ Dimensión económica. El sistema de medios de comunicación se afirma en una estructura económica semejante a la de otros sectores de la gran industria y las finanzas. En las dos últimas décadas se ha establecido a nivel mundial una estructura oligopólica excluyente, inmersa en un veloz proceso de concentración del poder comunicacional.
♦ Dimensión política. El tamaño nacional e internacional de los grupos industriales de comunicación constituye el mayor escollo para el ejercicio de las libertades y derechos democráticos. No sólo porque los distintos grupos se articulan en la defensa de opciones políticas bien diferenciadas, sino principalmente porque constituyen compañías transnacionales con unos intereses básicos compartidos con todo el establishment característico de su hábitat económico y su referente político en el país de origen del capital que conforma el grupo.
♦ Dimensión cultural. La calidad del producto cultural e informativo se resiente con el crecimiento de los grupos de comunicación. En los medios audiovisuales, la dinámica compulsiva de maximizar la audiencia a cualquier precio se refleja en una abundante producción comercial de contenidos mediocres y poco formativos. Es lo que llamamos “telebasura”. En muchos casos los contenidos informativos se desvirtúan sometiéndolos a un esquema diseñado para cumplir una función de propaganda, comercial o política.

La necesidad de educar para los Medios de Comunicación

Ha transcurrido ya algún tiempo desde que la UNESCO advirtiera sobre la necesidad de que la escuela reaccionara y afrontara la educación para los medios de comunicación y los educadores contaran con instrumentos útiles. En la Declaración de la UNESCO relativa a la educación sobre los medios de comunicación, promulgada por representantes de diecinueve países en el Simposium Internacional sobre la Enseñanza de los Medios, celebrado en enero de 1982 en la ciudad alemana de Grunwal, se recogen los principios básicos que hoy siguen vigentes en los siguientes términos (UNESCO, 1994):
La escuela y la familia comparten la responsabilidad de preparar a los jóvenes para vivir en un mundo dominado por las imágenes, las palabras y los sonidos. Niños y adultos deben poder descifrar la totalidad de estos tres sistemas simbólicos, lo cual entraña un reajuste de las prioridades educativas, que puede favorecer, a su vez, un enfoque integrado de la enseñanza del lenguaje y de la comunicación.
La educación relativa a los medios de comunicación será más eficaz con los padres, los maestros, el personal de los medios de comunicación y los responsables de la creación de una conciencia más crítica de los oyentes, los espectadores y los lectores. Reforzar la integración de los sistemas de educación y de comunicación constituye, sin duda alguna, una medida importante para hacer más eficaz la educación.
Por ello, se hace a las autoridades competentes un llamamiento con miras a:

1. Organizar y apoyar programas integrados de educación relativa a los
medios de comunicación desde el nivel preescolar hasta el universitario y la educación de adultos, con vistas a desarrollar los conocimientos, técnicas y actitudes que permitan favorecer la creación de una conciencia crítica y, por consiguiente, de una mayor competencia entre usuarios de los medios de comunicación electrónicos e impresos. Lo ideal sería que esos programas abarcaran desde el análisis de contenido de los medios de comunicación hasta la utilización de los instrumentos de expresión creadora, sin dejar de lado la utilización de los canales de comunicación disponibles basada en una participación activa.

2. Desarrollar cursos de formación para los educadores y diferentes tipos de animadores y mediadores, encaminados tanto a mejorar el conocimiento y comprensión de los medios de comunicación como a que se familiaricen como métodos de enseñanza apropiados que tengan en cuenta el conocimiento de los medios de comunicación, a menudo considerable pero aún fragmentario, que posee ya la mayoría de los estudiantes.

3. Estimular las actividades de investigación y desarrollo en educación relativa a los medios de comunicación en disciplinas como la Psicología a las Ciencias de la Comunicación.
4. Apoyar y reforzar las medidas adoptadas o previstas por la UNESCO con miras a fomentar la cooperación internacional dentro de la esfera de la educación relativa a los medios de comunicación.

Actualmente, entre los educadores, se siente de forma unánime la necesidad de llevar a cabo un análisis crítico de los mass media en la escuela, y en especial, de la televisión, como medio de mayor difusión e influencia entre los jóvenes. Sin embargo, qué y cómo enseñar al respecto sigue siendo un tema controvertido (aspectos técnicos, lingüísticos, ideológicos,...).
La enseñanza sobre los medios, debe servir, en cualquier caso para tener
“mecanismos de defensa” frente a los intereses comerciales y orientar el gusto hacia los contenidos más formativos.
Los educadores deberían aproximarse al binomio audiovisual-educación atendiendo a una doble dimensión: lo audiovisual como materia de estudio y como recurso para la enseñanza, la diferenciación ya tradicional entre educar en los medios y educar con los medios (Ferrés, 2000a). La primera dimensión comporta instruir a los ciudadanos para que se conviertan en consumidores lúcidos de los mensajes audiovisuales. La segunda dimensión exigiría no tanto la incorporación de los medios audiovisuales en los procesos de enseñanza-aprendizaje como de la comunicación audiovisual. Es decir, la capacidad de repensar la enseñanza en el marco de una cultura de la imagen.

viernes, 27 de noviembre de 2009

La Influencia de los Medios de Comunicación en la sociedad contemporanea


El influjo que ejercen los medios de comunicación de masas sobre la sociedad actual es innegable, en unos casos esta capacidad de intervención sobre el individuo, y por ende, sobre la colectividad social puede resultar beneficiosa, sin embargo en otras ocasiones, puede tener un efecto realmente perjudicial. Así lo afirma Juan Pablo II al expresar en el año 1996 que “Estos medios tienen una utilidad indiscutible, pero no deben engañarnos ni adueñarse de nuestra vida”.

Así, las sociedades modernas disponen de unos sistemas políticos principalmente basados en los principios democráticos, de este modo, para estos entes el manejo, o gestión de la información tiene un carácter fundamental para sus objetivos, es la llamada tele-democracia, así según el periodista Juan Luis Cebrian “la televisión nació bajo el signo de la política”, y para el psiquiatra Luis Rojas Marcos “la televisión hace mucho bien como fuente de información, como factor de cohesión y como refuerzo de la democracia”, de aquí se desprende que realicemos nuestra primera diferenciación importante entre información, desinformación y manipulación.

La opinión pública en ocasiones recibe tal cantidad de informaciones que es incapaz de reconocer cuales son erróneas y cuáles no, cuales están manipuladas y cuáles no, precisamente esta hiperinformación sitúa al individuo en el punto inverso al que creía estar ubicado, es decir, el receptor de ese enorme flujo informativo no tiene capacidad suficiente como para asimilar y procesar ese ingente material. No es capaz de discriminar lo bueno de lo malo, un ejemplo muy en sintonía con este tema extrapolado del ámbito más general a un espacio más concreto de la información, es la incapacidad de los servicios de inteligencia actuales para dar validez, credibilidad, o certeza a los innumerables mensajes que reciben acerca de una determinada investigación. Precisamente por esa imposibilidad manifiesta a la hora de diferenciar entre la información veraz, la desinformación o la manipulación.

Ahora bien, el receptor del flujo informativo, es soberano en cuanto a su libertad de elección de medios de comunicación, de este modo, la prensa escrita tradicionalmente se ha caracterizado por unos niveles de prestigio mayores que los obtenidos por los medios audiovisuales, ello puede ser debido a que la información tratada se somete a un proceso de análisis más profundo, distinto al que puede aplicarse a los audiovisuales, quizá por encontrarnos en la era de la noticia express, predominando de esta forma la instantaneidad informativa, así el impacto producido por una noticia en el espectador cobra mayor relevancia si es emitida de forma inmediata, incluso en directo, de este modo, en las redacciones de los medios informativos, en ocasiones ante determinadas noticias denominadas de alcance no hay tiempo material para contrastar las noticias aparecidas en los teletipos y es necesario optar entre la inmediatez con el consiguiente riesgo de faltar a la verdad o conseguir un relevante impacto visual en la audiencia del medio. Aunque el escritor Oscar Wilde manifestara: “aquellos para quienes el presente lo constituyen las cosas presentes, no conocen nada del tiempo en que viven”.

Ahora bien, cada medio tiene su forma de tratar el material informativo, así la emisión de una noticia en televisión puede durar una media de uno o dos minutos, en ese tiempo hay que comunicar al telespectador el que, el como el cuando y el porqué de la noticia, inevitablemente el hecho se va a ver seccionado o mutilado, ya que, por muy buena que sea la labor de síntesis, siempre van a faltar elementos, entendemos que imprescindibles que permitan al telespectador formarse un juicio exacto del hecho difundido..

Por su parte la radiodifusión, se enfrenta con el reto de tener que utilizar la palabra para proporcionar entidad visual a la noticia, objetivo que se consigue a través de descripciones o narraciones basadas en la aportación de múltiples datos, que permiten al oyente formarse una idea muy exacta de la noticia, a través de la sucesión de testimonios e informaciones que reemplazan esa invisibilidad del hecho noticiable.

los diarios digitales, la televisión interactiva, internet, consiguen ser medios activos, no pasivos,, así hasta hace pocos años el ver la televisión suponía para el telespectador ser un sujeto pasivo sin más opción interactiva que la utilización de un feedback light o zapping, en breve en España podremos elegir contenidos, modificar el comienzo y el desenlace de la trama en las producciones cinematográficas, condimentar el telefilme con más o menos raciones de acción, suspense, comedia, etc. En definitiva, hablamos de una verdadera televisión interactiva o a la carta.

Otro de los aspectos importantes a tratar es si lo que difunden estos mass media, en especial la televisión es cultura, en el sentido amplio de la palabra o por el contrario obedeciendo a intereses cada vez mas mercantilistas se limitan a ofrecer programas que se encuadran más en la vertiente del ocio o del entretenimiento, llegando en ocasiones a rayar en la chabacanería o la vulgaridad.

De este modo, la función social de los medios de comunicación es la de formar, informar y entretener.Si bien, a pesar de ser esta su función social, también es necesario tener en cuenta que no se puede condicionar la voluntad del receptor, pues los medios ofrecen contenidos muy variados, y el destinatario de los mismos es el que tiene la facultad de seleccionarlos o elegirlos.

Ahora bien, no es menos cierto que algunos medios de comunicación, denominados sensacionalistas son capaces de crear elevados índices de audiencia difundiendo informaciones que rozan en algunos casos los límites éticos de la cultura de la información, llegando a ocasionar conflictos entre el derecho a la intimidad personal y el derecho a la libertad de comunicación

Así, en los últimos tiempos asistimos a la irrupción en los platós de televisión de personajes, en algunos casos vulgarmente conocidos con el nombre de frikys, a su vez también existen los llamados vendedores de intimidad, que en tan solo unos minutos pueden acabar con la reputación de un personaje público labrada a lo largo de muchos años de esfuerzo personal, ofreciendo versiones inverosímiles y detalles mendaces y falaces sobre la vida personal y familiar de personas que se ven ciertamente desprotegidas.

En definitiva, las personas públicas, -a pesar de su condición- no deberían estar expuestas a esa denigración social gratuita, pues esa falta de rigurosidad y contraste en el tratamiento informativo origina, en algunos casos daños irreparables en la intimidad del personaje público, que a pesar de acudir a los tribunales de justicia para restablecer su reputación, el eco o impacto social de estos medios, tiene un alcance mediático muy superior al que pueda tener la repercusión de la sentencia judicial.

De lege ferenda, sería aconsejable implantar un Código Ético específico, que regulara el tratamiento de la información vinculada con los personajes públicos, como ocurre en el Derecho Comparado, y que no fueran los Tribunales de Justicia, a posteriori los que salvaguardaran los derechos ya vulnerados de estos ciudadanos.

Así mismo, es necesario destacar que la televisión sigue siendo un medio omnipresente en la vida social, a pesar de que las nuevas tecnologías avanzan de una forma vertiginosa. Sin embargo, la necesidad de contar con unos mínimos conocimientos informáticos, junto con el coste económico que puede suponer el adquirir un terminal informático hacen que paradójicamente hoy en España solo 17 de cada 100 hogares tengan acceso a Internet.

La televisión viene creando desde hace décadas unos modelos, estereotipos o patrones, que son asumidos por la colectividad como normas de conducta, así por ejemplo, la imagen difundida por este medio del canon de belleza en las pasarelas de moda más prestigiosas del mundo, se convierte en el modelo a seguir por millones de jóvenes en todo el mundo, llegando a crear casos de anorexia nerviosa o bulimia por imitar ese canon de perfección, que se impone como un estereotipo de belleza y aprobación social. Incluso se ha desarrollado una verdadera cultura del ascetismo, en el sentido de que quien no se ajusta al estereotipo difundido como modelo por los medios esta fuera del círculo de las oportunidades a nivel social, económico, etc.

Igualmente la posesión o uso de determinados bienes o servicios creados por la publicidad como sinónimo de un determinado status social comporta, que si conduces tal o cual vehículo, o si vistes esta u otra marca obtendrás grandes dosis de autosatisfacción personal y un elevado grado de aprobación social, de este modo, se ha instalado en nuestra sociedad actual la denominada cultura de marca, que es gestionada por parte de todos los operadores económicos que confluyen en el mercado, así algunas empresas utilizan estos signos marcarios para proporcionar al consumidor un plus de calidad en sus productos marcas de garantía y obtener con ello una ventaja competitiva de orden superior con respecto al resto competidores, por su parte muchos consumidores hacen uso de estos signos como símbolos de su poder y capacidad económica, como verdaderas referencias de su status.

En definitiva, la televisión es una fábrica de estereotipos, para directa o subliminalmente crear en el destinatario sensaciones de autoestima, reconocimiento, o distinción social, pero no hay que olvidar que también puede causar el efecto inverso, en caso de que el receptor no se ajuste a esos modelos preestablecidos.


Así desde que irrumpió la televisión en nuestro país allá por el año 1956, muchos han sido los cambios operados en este medio hasta tal punto que en la actualidad ha llegado a convertirse para la mayoría de los ciudadanos en la única fuente informativa y cultural, así en una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas en el año 2000, se constata que el medio que contaba con mayor audiencia era la televisión con un 86,6 %, seguido de la radio con un 48,6% y por último la prensa escrita con un 32% del porcentaje total.

Así haciendo un poco de historia diremos que la radio tardo 35 años en conseguir 50 millones de oyentes, la televisión 13, e Internet los ha alcanzado en apenas 3 años.

De este modo, la coexistencia de distintos medios de comunicación, cada uno de ellos con sus propias características, supone una lucha por la supervivencia en términos técnicos y de audiencia, si bien la rápida implantación de Internet no es garantía de supremacía para este último medio sobre los otros, pues existen determinados aspectos que mitigan su presunta hegemonía comunicacional, así la carencia de una verdadera autoridad global con jurisdicción propia para impedir o evitar la difusión de contenidos que se incardinan dentro de los tipos penales más comunes; tampoco el denominado e-commerce ha alcanzado todavía las cotas necesarias de seguridad para permitir la realización de transacciones económicas fiables; la amenaza constante de los potentes virus informáticos propagados por desalmados hackers informáticos, son factores importantes a la hora de relativizar el magno poder con que parece contar la red mundial informática (Internet).

En definitiva, la influencia ya sea positiva o negativa que ejercen los medios de comunicación sobre nuestra sociedad actual, produce una auténtica transformación del individuo


¿Qué son los Medios de Comunicación?

Los medios de comunicacion son una de las maneras más eficazes y rápidas de transmitir un mensaje, para otros, son un vehículo de manipulación social mediante el cual los diferentes poderes de la sociedad pueden ser escuchados, así también hay quienes piensan en los medios de comunicacion como si de un reflejo de la sociedad del momento , como en un medio gracias al cual es posible manifestar lo positivo y lo negativo de una situación o de un contexto determinados.

Medios de Comunicacion

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